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lunes, 28 de diciembre de 2009

Friedrich Wilhelm Nietzsche_Biografía y Bibliografía



Friedrich Wilhelm Nietzsche (IPA ˈfʁiːdʁɪç ˈvɪlhəlm ˈniːtʃə) (Röcken, cerca de Lützen, 15 de octubre de 1844Weimar, 25 de agosto de 1900) fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, considerado uno de los pensadores modernos más influyentes del siglo XIX.
Realizó una crítica exhaustiva de la cultura, la religión y la filosofía occidentales, mediante la deconstrucción de los conceptos que las integran, basada en el análisis de las actitudes morales (positivas y negativas) hacia la vida. Este trabajo afectó profundamente generaciones posteriores de teólogos, filósofos, sociólogos, psicólogos, poetas, novelistas y dramaturgos.
Meditó sobre las consecuencias del triunfo del secularismo de la Ilustración, expresada en su observación «Dios ha muerto», de una manera que determinó la agenda de muchos de los intelectuales más célebres después de su muerte.
Si bien hay quienes sostienen que la característica definitoria de Nietzsche no es tanto la temática que trataba sino el estilo y la sutileza con que lo hacía, fue un autor que introdujo, como ningún otro, una cosmovisión que ha reorganizado el pensamiento del siglo XX, en autores tales como Michel Foucault o Deleuze entre otros.
Nietzsche recibió amplio reconocimiento durante la segunda mitad del siglo XX como una figura significativa en la filosofía moderna. Su influencia fue particularmente notoria en los filósofos existencialistas, críticos, fenomenológicos, postestructuralistas y postmodernos. Es considerado uno de los tres «Maestros de la sospecha» (según la conocida expresión de Paul Ricoeur), junto a Karl Marx y Sigmund Freud.

Nihilismo y la muerte de Dios

Para Nietzsche, el nihilismo (que tiene distintas formas ) es un advenimiento de unas repetidas frustraciones en la búsqueda de significado o más precisamente «la desvalorización de los valores supremos». Nihilismo en Nietzsche se refiere al proceso histórico que surge en el reconocimiento de un valor sumo y termina en la asunción o reconocimiento de múltiples cosas valorables al volverse inoperante lo que antes se mostraba como lo supremo. El nihilismo acontece en nuestro tiempo como manifestación de la ausencia de una medida única y al mismo tiempo como la proliferación de múltiples medidas, que en cada caso, pueden aparecer como válidas. Nietzsche ve en el despliegue del nihilismo toda fundación de cultura europea, la que surge como destino necesario de este proceso. La visión religiosa del mundo había sufrido ya un gran número de cambios por perspectivas contrarias, cayendo en el escepticismo filosófico, y en las teorías científicas evolucionistas y heliocéntricas modernas, lo que no hace más que confirmar la desvalorización de los valores supremos. A lo ya señalado, hemos de sumar una creciente presencia de lo democrático, la que se muestra como la afirmación de una individualidad independiente de Dios y acreedora de la igualdad, de la medianía. La democracia, aparece a los ojos de Nietzsche como un momento del despliegue del nihilismo igualmente negador de la vida que los que la antecedieron. Ambas manifestaciones del nihilismo se muestran a Nietzsche como negaciones de la vida en la medida en que niegan u olvidan dimensiones de ella que a su vista aparecen como constitutivas de ella, como inalienables a lo que a él se le aparece como vida. Estas dimensiones negadas de la vida se muestran en ámbitos tan determinantes como el constante darse del devenir y las diferencias entre los hombres.
Nietzsche, ve esta condición intelectual como un nuevo reto para la cultura europea, lo que se ha extendido a sí mismo más allá de un pequeño punto de no-retorno. Nietzsche conceptualiza esto con su famosa frase, «Dios ha muerto», que aparece en La gaya ciencia y en Así habló Zaratustra. Esta frase fue dada también por Hegel veinte años antes de que Nietzsche naciera. Este aforismo, por una parte señala el fin de eso que antes aparecía como lo imperante y por otra indica un terreno fértil, un terreno inexplorado, en el cual Nietzsche mismo es un colono. A partir de la frase «Dios ha muerto», Nietzsche se refiere tanto a la ceguera del pasado en tanto incapacidad de ver esto, como a la asunción de una nueva posibilidad de relacionarse con lo que es, posibilidad dada por la asunción de dicha muerte.
Nietzsche trata esta frase más que como una mera declaración provocativa, casi como una revelación, como si representase el potencial de nihilismo que arrastra el alzamiento y el progreso en el contexto de un concepto absurdo y sin significado.
El nihilismo es, según Nietzsche, la gran e inevitable consecuencia de la muerte en la sociedad occidental de Dios, del Dios judeo-cristiano el vengativo y cruel Jehova. La consecuencia de la muerte de Dios es que los valores vigentes en la sociedad occidental se vienen abajo ellos solos, según el Nihilismo pasivo, o no se vienen abajo sino que los hombres los destruimos, según el nihilismo activo, con la intención de poner en ese lugar nuevos valores los valores de la moral de señores destruyendo los valores de la moral de esclavos. Resumiendo, destruimos los valores de los hombres para poner en su lugar los valores del superhombre que ocupara el lugar de Dios.

«Moral de señores» y «moral de esclavos

Nietzsche piensa que hay dos clases de hombres: los señores y los esclavos, que han dado distinto sentido a la moral. Para los señores, el binomio «bien-mal» equivale a «noble-despreciable». Desprecian como malo todo aquello que es fruto de la cobardía, el temor, la compasión, todo lo que es débil y disminuye el impulso vital. Aprecian como bueno, en cambio, todo lo superior y altivo, fuerte y dominador. La moral de los señores se basa en la fe en sí mismos, el orgullo propio.
Por el contrario, la moral de los esclavos nace de los oprimidos y débiles, y comienza por condenar los valores y las cualidades de los poderosos. Una vez denigrado el poderío, el dominio, la gloria de los señores, el esclavo procede a decretar como «buenas» las cualidades de los débiles: la compasión, el servicio —propios del cristianismo—, la paciencia, la humildad. Los esclavos inventan una moral que haga más llevadera su condición de esclavos. Como tienen que obedecer a los señores, los esclavos dicen que la obediencia es buena y que el orgullo es malo. Como los esclavos son débiles promueven valores como la mansedumbre y la misericordia. Critican el egoísmo y la fuerza.

Enfoque etimológico a la interpretación de la moral 

La crítica de Nietzsche a la moral tradicional se centraba en la tipología de moral de «amo» y de «esclavo» y en la descripción de la dinámica que generan; esta dinámica o dialéctica debe ser conocida por los «espíritus libres» para conducir a la humanidad a su superación: una sucesión de continuas superaciones — la moral deja de ser algo cerrado para ser visto como una dinámica de morales yuxtapuestas y reconocibles en la dinámica de las lenguas. Examinando la etimología de las palabra alemanas gut («bueno»), schlecht («malo») y böse («malvado»), Nietzsche sostuvo que la distinción entre el bien y el mal fue originalmente descriptiva, o sea, una referencia amoral a aquéllos que eran privilegiados (los amos), en contraste con los que eran inferiores (los esclavos). El contraste bueno/malvado surge cuando los esclavos se vengan convirtiendo los atributos de la supremacía en vicios. Si los favorecidos (los «buenos») eran poderosos, se decía que los sumisos heredarían la Tierra. El orgullo se volvió pecado. Caridad, humildad y obediencia reemplazaron competencia, orgullo y autonomía. Clave para el triunfo de la moral de esclavo fue su presunción de ser la única verdadera moral. La insistencia en la absolutidad (Absolutheit) es esencial tanto en la ética religiosa como filosófica. Aunque Nietzsche dio una genealogía de la moral de esclavo y de amo, siempre sostuvo que esta genealogía era una tipología ahistórica de rasgos en toda persona.

La voluntad de poder 

La voluntad de poder (Der Wille zur Macht) es un concepto altamente controvertido en la filosofía nietzscheana, generando intenso debate e interpretaciones varias, algunas de las cuales, como la notoria interpretación dada por los intelectuales nazis, fueron intentos deliberados de justificación de tácticas políticas.
Una manera de abordar este concepto es por medio de la crítica nietzscheana a la Teoría de la Evolución de Darwin. Nietzsche veía en los instintos una fuerza que iba más allá del sólo impulso a sobrevivir, protegerse y reproducirse de todos los seres vivos, de sólo ser esto la vida se estancaría. La supervivencia era una de las consecuencias de un deseo aún mayor, impulso hacia una supravivencia, un deseo perpetuo de todo ser vivo por ir más allá de todos, el todo y hasta más allá de sí mismo, más allá de la muerte. Este impulso irracional o deseo perpetuo por expandirse impreso en cada ser es lo único que da sentido a la existencia, paradójicamente «razón de ser» y es la fuerza principal dentro de la visión trágica o dionisíaca de Nietzsche.
Las teorías posteriores de Freud respecto al inconsciente probablemente fueron inspiradas en gran parte por los conceptos de lo Dionisíaco y la voluntad de poder, las cuales Freud relacionó a los instintos sexuales primitivos, por encima de cualquier otro instinto, y su represión y control excesivo por el consciente o parte Apolínea del ser como generadores de la histeria y otras dolencias.

Amor fati y el eterno retorno 

La idea del Eterno retorno ha sido tratada como un concepto importante en Nietzsche por muchos, aunque no en todos los intérpretes.
Nietzsche encuentra la idea en los trabajos de Heinrich Heine, quien especulaba que llegaría el día en el que la persona volvería a nacer con el mismo proceso de él mismo, y con el mismo en todas las demás personas. Nietzsche expandió este concepto para formar su teoría, la cual resaltó en La gaya ciencia y desarrolló en Así habló Zaratustra. En las lecturas de Nietzsche sobre Schopenhauer, le saltó la idea del eterno retorno. Schopenhauer sentenciaba que una persona que firmara en la vida incondicionalmente lo haría incluso si todo lo que le había pasado le ocurriera de nuevo de forma repetida.
En unas pocas ocasiones en sus notas, Nietzsche discurre la posibilidad del Eterno retorno como verdad cosmológica (véase el libro de Arthur Danto Nietzsche como filósofo para un análisis en detalle de estos esfuerzos), pero en los trabajos que él preparó para publicar está tratado como el método más vanguardista de afirmación de la vida. Según Nietzsche, requeriría un sincero Amor fati («Amor al destino»), no simplemente para sobrellevar, sino para desear la ocurrencia del eterno retorno de todos los eventos exactamente como ocurrieron, todo el dolor y la alegría, lo embarazoso y la gloria, esta repetición, más de emociones y sentimientos que de hechos, es lo que configuraría el tipo y la raza universal y global del por venir, no como una raza de las ya existentes, sino como una posibilidad abierta del hombre inacabado como especie genética y lingüística que debe ser perfilada por el eterno retorno de la superación de sus previos pensamientos y hechos.
Nietzsche menciona la idea de lo «horrible y paralizante», y también mantiene que la carga de esta idea es el peso más pesado imaginable (Das schwerste Gewicht). El deseo del eterno retorno de todos los eventos marcaría la afirmación de la vida definitiva.
Según algunos intérpretes, el eterno retorno es más que el mero concepto intelectual o reto, refleja una Koan, o una característica psicológica que ocupa la estimulación consciente etérea, una transformación de consciencia conocida como metanoia.
Alexander Nehamas escribió en Nietzsche: Vida como Literatura que hay tres maneras de ver el eterno retorno: (a) Mi vida volverá del mismo modo. Esto es una aproximación fatalista a la idea; (b) Mi vida puede ocurrir del mismo modo. Esta segunda visión es una aserción condicional de cosmología, pero falla al captar lo que Nietzsche se refiere en La gaya ciencia; (c) Es mi vida por re-ocurrir, entonces podría re-ocurrir sólo en idéntico modo. Nehamas muestra que esta interpretación es totalmente independiente de la física y no presupone la verdad de la cosmología. La interpretación de Nehamas es que los individuos constituyen ellos mismos a través de las acciones y la única manera de mantenerse a ellos mismos como son es vivir en una reocurrencia de acciones pasadas.
El Eterno retorno cumple pues dos funciones en la filosofía de Nietzsche. La primera es remarcar el amor a la vida. Los cristianos postulan un paraíso, Platón el mundo de las ideas. Nietzsche dice que después está otra vez la tierra, el mundo: porque no hay nada más. Por otro lado cumple una función ética. Quien acepta el Eterno Retorno, se previene y acepta sus actos. Con el dolor que puedan contraer, con el placer que puedan conllevar: no hay lugar para el arrepentimiento.

El superhombre 

El hombre es un ser incompleto, pues todo animal da lugar a algo superior. Es un puente entre el simio y el Superhombre, es algo que debe ser saltado, superado. El Superhombre es aquel ser que tiene una moral de nobles, es un noble, y acepta la voluntad de poder: es un hombre legislador, él crea sus propias normas, morales y de todo tipo, además es un hombre que somete las cosas a su voluntad, es un hombre vital: ama la vida y este mundo. Además es un ser que acepta el Eterno Retorno, pues cuando toma una decisión realmente la quiere tomar, y no se arrepiente de sus actos. Sabe que la vida es en parte dolor y en parte placer, pero no reniega de ello.
Hay controversia sobre qué o a quién consideraba Nietzsche como «superhombre» o «Ultrahombre » (en alemán Übermensch). No sólo hay ahí cierta base para pensar que Nietzsche era escéptico sobre la identidad individual y la noción de sujeto, sino que habría un ejemplo concreto del Ultrahombre como algo nuclear. La interpretación de Nietzsche como filósofo precursor del nazismo ha llegado a sugerir que el Ultrahombre es como Adolf Hitler o incluso como Benito Mussolini, pero las interpretaciones modernas de Nietzsche, especialmente después del trabajo de Walter Kaufmann, sugieren que la visión de Nietzsche sobre el superhombre está más en línea con el concepto de hombre renacentista, como Goethe o Da Vinci. Pero Nietzsche ve al niño como el verdadero superhombre, este que es inocente, cree en su propia moral, sigue sus propios valores.

Traducción de Übermensch 

Normalmente se traduce como «superhombre»; sin embargo esta traducción es errónea ya que el prefijo alemán über significa «superior» como adjetivo, o «sobre» (como el over inglés). Además Mensch significa «humano», «persona», esto es, «hombre» en términos de especie, y no de sexo. En castellano puede dar lugar a equívocos si se lo lee con mala intención. Por lo tanto, la traducción más correcta al castellano sería «suprahumano», pero en el uso mas convencional sería «suprahombre», o bien, «ultrahombre», tal como el filósofo Vattimo lo ha sugerido.
Siempre debe recordarse que el concepto se contrapone al de «último hombre», que representa el último paso de superación del hombre moral y septentrional, y la etapa final del nihilismo. Es en este sentido en que debe entenderse al super-hombre como uno de los objetivos nietzscheanos, y no como una «calidad» a la que se pueda acceder, o una «categoría» que se pueda obtener.

La cristiandad como institución y Jesús 

En su libro llamado El Anticristo, Nietzsche escribe sobre cómo la cristiandad se ha convertido en una ideología establecida por instituciones como la Iglesia, y cómo las iglesias han fallado a la hora de representar la vida de Jesús. Es importante, para él, distinguir entre la religión de la cristiandad y la persona de Jesús. Nietzsche explicó la religión cristiana como si fuera representado por iglesias e instituciones a las que llamaba su «transvaloración» (del alemán Umwertung) de los valores instintivos saludables. Transvaloración es el proceso por el cual el significado de un concepto o ideología puede ser puesto al revés a su topónimo. Fue más allá del pensamiento de los agnósticos o ateos de la Ilustración, quienes sentían que la Cristiandad era simplemente falsa. Él afirmaba que ha podido ser deliberadamente infundida como una religión subversiva (como un arma psicológica subversiva) dentro del Imperio Romano por el apóstol Pablo como una forma de cobrar venganza por la destrucción romana de Jerusalén y el Templo durante la Guerra Judía.
Nietzsche contrasta a los cristianos con Jesús, a quien admiraba de gran modo. Nietzsche argumenta que Jesús transcendió las influencias morales de su tiempo creando su propio sistema de valores. Jesús representaba un paso hacia el superhombre. Al final, Nietzsche clama sin embargo: en contraste con el suprahombre, quien abraza la vida, Jesús negaba la realeza en favor de su «Reino de Dios». La negación de Jesús para defenderse a sí mismo, y su muerte, eran consecuencias lógicas de su desajuste de sistema de ideas. Nietzsche entonces analizó la historia de la Cristiandad, descubriendo una distorsión progresiva de modo grotesco de las enseñanzas de Jesús. Él critica a los primeros cristianos por convertir a Jesús en un mártir y la vida de Jesús dentro de la historia de la salvación de la humanidad como motivo para dominar a las masas, encontrando a los apóstoles cobardes, vulgares y resentidos. Argumenta que las sucesivas generaciones malentendieron la vida de Jesús, mientras la influencia de la cristiandad crecía. En el siglo XIX, Nietzsche concluye, la cristiandad se ha vuelto tan mundana para hacerse una parodia de sí misma, una total inversión del mundo que era, en principio, nihilista. Por eso sentenció, en una de sus frases más conocidas: "El último cristiano murió en la cruz", refiriéndose a que nadie siguió las enseñanzas de Cristo, y que Pedro y los que siguieron con la doctrina cristiana sólo hicieron negocio con la figura de Cristo, por lo tanto, él ha sido el único cristiano (al ser el Cristo).

Lugar en la teoría ética contemporánea 

Nietzsche aborda la ética desde diferentes perspectivas. En términos de hoy en día, podemos decir que sus obras tocan los ámbitos de la metaética, la ética normativa, y la ética descriptiva.
En lo referente a la metaética, Nietzsche puede ser clasificado quizá como un escéptico moral. Esto es en la medida en que afirma que todas las sentencias éticas son falsas, porque cualquier tipo de correspondencia entre sentencias morales y hechos es ilusoria y mendaz. Esta afirmación forma parte de aquella otra más general según la cual no existe una verdad universal, pues ninguna corresponde a la realidad más que de una forma aparente. En realidad, las afirmaciones éticas, como todas las afirmaciones, son meras interpretaciones como mínimo siempre parciales sobrepuestas a la realidad, fundamentalmente ininterpretable.
A veces, Nietzsche puede parecer tener opiniones muy definidas en lo que es moral e inmoral. Hay que notar, no obstante, que las opiniones morales de Nietzsche se pueden explicar sin atribuirle la afirmación de que son ciertas. Según Nietzsche, no necesitamos descartar una afirmación simplemente porque sea falsa. Al contrario, a menudo afirma que la falsedad es esencial para la vida. Curiosamente, en sus discusiones figuradas con Wagner en El caso Wagner menciona la mentira deshonesta, como opuesta a la mentira honesta. Posteriormente menciona a Platón como referente sobre ésta última. Esto debería dar una idea de los múltiples niveles interpretativos, a menudo aparentemente paradójicos si no se toman las debidas cautelas hermenéuticas, de su trabajo.
En la disyuntiva entre ética normativa y ética descriptiva distingue entre la moral de señor y la moral de esclavo. Aunque reconoce que es muy difícil encontrar un ejemplo real de alguien que mantenga una u otra moral pura sin algún tipo de yuxtaposición (de hecho era consciente de estar haciendo historia al vislumbrar «genealógicamente» esta distinción), las presenta, a lo largo de la historia y actualmente en tanto que pulsiones humanas atemporales, una en contraste de la otra. Algunos de estos contrastes de una moral frente a la otra son:
  • Interpretación de lo «bueno» y lo «malo» en oposición a la interpretación de lo «bondadoso» y lo «malvado».
  • Moral de la aristocracia frente a la moral del rebaño, de los esclavos, los oprimidos, los rencorosos por constitución.
  • Determinación de valores independientemente de fundamentos predeterminados (Naturaleza) por oposición a valores establecidos sobre fundamentos determinados previamente y no discutidos (Cristiandad).
Estas ideas fueron elaboradas en su libro La genealogía de la Moral, en el cual además introdujo el concepto clave del resentimiento como base de la moral del esclavo.
También es conocido como hemos dicho por su frase Dios ha muerto, mientras en la creencia popular se cree que es Nietzsche de donde procede esta frase, es puesta en verdad en boca de un personaje, un hombre loco, en La gaya ciencia. Fue más adelante dicha por el Zaratustra de Nietzsche. Estas frases malinterpretadas no proclaman una muerte física, sino un final natural a la creencia de dios. Está altamente malentendido como una declaración de regocijo, cuando es descrito como un lamento trágico por el personaje de Zaratustra.
Dios ha muerto es más una observación que una declaración. Nietzsche no dio argumentos para el ateísmo, sino meramente observó que, para todos los efectos prácticos, sus contemporáneos vivían como si Dios estuviera muerto. Nietzsche creía que esta muerte minaba los fundamentos de la moral y que acabaría por desembocar en el más completo nihilismo y relativismo moral. Para evitar esto, él creía en la revaluación de los fundamentos de la moral para comprender mejor los motivos y orígenes subyacentes de los primeros. De esta manera los individuos podrían decidir por sí mismos si un valor moral es obsoleto o está desviado por imposiciones culturales o quieren realmente tomar ese valor como cierto.

Opiniones políticas 

Mientras un aire político era fácil de ver en los escritos de Nietzsche, su trabajo no está de ningún modo pensado para ser un panfleto político. La influencia que Nietzsche ejerció sobre la política de la "nueva derecha" fue realmente extensa. Afirmó que el poder de un sistema es signo de falta de integridad, no propuso un sistema de gobierno específico como solución, y nunca se vinculó a sí mismo con movimientos de masas, organizaciones sociales o partidos políticos. En este sentido, Nietzsche casi podría ser llamado un pensador anti-político. Walter Kaufmann enfatiza la visión de que el poderoso individualismo expresado en sus escritos sería desastroso si se practicara en las bases reales de los políticos. Escritores posteriores, guiados por la izquierda intelectual francesa, han propuesto maneras de usar la teoría nietzscheana en lo que se ha llegado a conocer como las políticas de diferencias, en especial formulando teorías sobre resistencia política y sobre diferencias sexuales y morales.
Revisando ampliamente los escritos de Kauffmann y otros, el espectro del nazismo ha sido hoy en día casi extinto de sus escritos. Nietzsche a menudo se refería como «el rebaño» a los participantes de los movimientos de masas que comparten una psicología común de la masa. Valoraba el individualismo y el lenguaje como obra común que nos construye, y era en especial opuesto a la pena y el altruismo, pero consideraba sus obras como regalos a la humanidad (una de las cosas que más detestaba de la cristiandad era su énfasis en la piedad y como esto supuestamente elevaba a los de mente débil). Despreciaba al Estado moderno, Nietzsche también habló negativamente de demócratas y socialistas y dejó claro que sólo ciertos individuos podían romper la moral del rebaño.

Visión de los sexos 

Los comentarios de Nietzsche sobre las mujeres han provocado una gran polémica. El hecho de que Nietzsche también ridiculizara a los hombres y a la masculinidad no le salva de la carga del sexismo. Sin embargo, las mujeres con las que tuvo contacto dijeron que era admirable y que trataba sus ideas y consideraciones con más respeto del esperado en un hombre educado en ese período. Muchos comentarios de Nietzsche sobre las mujeres y los hombres deberían ser leídos a la luz de su revaluación de la moral y de su deseo de evolución del individualismo. Además, algunas de sus afirmaciones sobre las mujeres parecían prefigurar la crítica del post-feminismo contra las versiones primerizas del feminismo, particularmente aquellas que afirman que el feminismo ortodoxo discrimina a las propias mujeres en función de su posición social privilegiada. En este contexto, el pensamiento de Nietzsche ha sido relacionado con el opúsculo de Schopenhauer «Sobre las mujeres» (Parerga y paralipómena), habiendo sido muy probablemente influenciado por él en algún grado.
La visión de Nietzsche de la mujer se centra en su papel de madre en potencia, y no se extiende mucho más allá. Deja a su esperanza decir «¡Quizá tendré al suprahombre en mis entrañas!», considerándolas en función de la edad («Las jóvenes y las viejas» de Así Habló Zaratustra, libro I, sec. 18). Considerando que Nietzsche emplazaba a la creación de cosas más grandes que uno mismo como la principal tarea de la vida del ser humano, esta visión debía simpatizar consecuentemente con el embarazo femenino.
Nietzsche resalta el valor «real» de la mujer, no siendo ésta tan débil como aparenta y generalmente el hombre supone. De hecho, Nietzsche creía en las diferencias radicales en la esencia de los géneros como algo positivo. Ambos serían capaces de contribuir, cada uno a su modo, a las grandes tareas humanas, en función de sus respectivas condiciones sexuales, físicas y psicológicas.

Influencia y recepción de Nietzsche 

Los escritos de Nietzsche han sido interpretados de diversas maneras, e incluso existen casos en los que Nietzsche es citado para sustentar visiones contradictorias.
Por ejemplo, Nietzsche era popular entre el ala izquierdista de la Alemania de 1890, pero unas décadas después, durante la Primera Guerra Mundial, muchos le vieron como la raíz del ala derecha del militarismo alemán. Tengamos en cuenta que es más factible que la derecha acepte las máximas nietzscheanas anticompasivas, belicosas y aristocráticas, en tanto las doctrinas igualitarias como el comunismo —con la excepción de la belicosidad y fórmulas anticompasivas aplicadas en el régimen comunista soviético— y la democracia fueron despreciadas por él. Otro ejemplo se establece en la época del «Caso Dreyfus». La derecha antisemita francesa elevó la acusación a judíos e intelectuales de izquierdas que defendían a Alfred Dreyfus de ser nietzscheanos. Los conservadores alemanes quisieron censurar los trabajos de Nietzsche ante el peligro de subversión en 1894-1895, mientras que la Alemania nazi lo utilizó como excusa intelectual para promover su idea de la resurrección de la cultura alemana y de la identidad nacional. Muchos alemanes leyeron Así habló Zaratustra y se vieron influenciados por el llamamiento de Nietzsche del individualismo ilimitado y al desarrollo de la propia personalidad.
Durante el interbellum, muchos fragmentos del trabajo de Nietzsche fueron apropiados por los nazis, principalmente por Alfred Bäumler en La voluntad de poder. Durante el periodo de dominio nazi, las obras de Nietzsche fueron muy estudiadas en los colegios y universidades alemanas. Los nazis creyeron ver en Nietzsche a uno de los padres fundadores. Incorporaron la ideología y el pensamiento sobre el poder dentro de su propia filosofía política. Expresiones como La voluntad de poder fueron relacionadas con el nazismo y proclamadas como paradigma del movimiento. Sin embargo, existen muy pocas, si acaso alguna, similitudes entre Nietzsche y el Nazismo. En múltiples pasajes a lo largo de sus obras, Nietzsche defiende ardorosamente a los judíos, y expresa su rabia contra la lenta pero imparable corriente antisemita en Alemania, personificada dolorosamente en su propia familia a través de la figura de su hermana, que adoptó fervientemente el ideario racista, influenciada por su marido, para el cual no escatimó el filósofo todo tipo de improperios en muchas de sus cartas.
Uno de los más importantes estudiosos de Nietzsche fue el reconocido filósofo alemán Martin Heidegger. Éste fue durante unos meses Rector de la Universidad de Friburgo —renunció mucho antes de terminar su período—, donde realiza su famoso, por lo polémico, Discurso de Rectorado, en el cual aparecen ideas nacionalistas, que algunos, han interpretado como un discurso en favor del nuevo Führer, por ese entonces, Adolf Hitler.
Si bien es cierto que el pensamiento nietzscheano fue «utilizado» por el nazismo, hay que señalar que sus líderes desvirtuaron cualquier relación ideológica que pudiera haber existido entre Nietzsche y el nazismo. No así el caso de Mussolini en Italia, el cual realiza el salto ideológico del socialismo marxista al fascismo, tras verse influenciado entre otros pensadores por Nietzsche, haciendo en sus discursos un uso más correcto de la teoría «contradictoria» y «vitalista» del filósofo.

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